martes, 14 de marzo de 2017

Martina y sus Cachitos (2)



   Llevaba ya 6 años saliendo con Daniel, pero hacía ya tiempo que la relación no iba bien, había desaparecido la chispa, y simplemente, al igual que con su vida, se dejaban llevar por la rutina. Pero Martina no sabía cómo solucionar este problema, supongo que la vanidad le impedía hacer nada.

   Así pasaban los días y las semanas, hasta que una tarde intentó sacar de nuevo el tema sin mucho éxito.. el caso es que después de una larga conversación la conclusión fue bastante tajante: esto ya no iba a ningún sitio, eso estaba claro, pero seguirían haciendo una vida normal hasta que, supongo, uno de los dos pusiera el punto y final o decidiera marcharse. Pero entre ellos ya no había roce de ningún tipo.


   ¡Para! ¡Para! ¡Para! Que por aquí no va la historia, quiero decir, que es algo de lo que ya no quiero hablar más, hay que pasar página y mis motivos de peso tengo… quiero hablaros de mi nueva vida, la que ahora controlo yo y solo yo. Allá donde me lleve el viento.


MESES MÁS TARDE


   Ese día nada más levantarme, sentí que había llegado el momento, por fin tomé la decisión y estaba convencida. No podía dejar escapar ese trabajo, así que me armé de valor, y me fui a casa de mi madre a contárselo, justo al poco de llegar yo, entraba por la puerta mi hermano, y así les solté la noticia.

    - ¡Me voy! 

    Enseguida mi madre sorprendida.. - ¿A dónde?

   Mi hermano que ya se olía algo por mis repetidas preguntas sobre Asturias días antes, no tardó un segundo en darme la enhorabuena. ¡Así se hace! ¡Claro que sí! ¡Esa es mi hermana!


   Mundaka, ese era mi nuevo destino. Hacía unas semanas que había presentado el currículum en todas (o casi todas) las televisiones que había encontrado por internet, supongo que a estas alturas ya me conocen por toda España. Y fue justo de este precioso pueblo del que me llamaron. Que bien, yo estaba buscando playa y la iba a tener. Así que unos días después ahí que andaba metiendo en el coche todo cuanto me cabía. Es aquí dónde me alegro de haber conocido ese juego que tanto nos tubo enganchados a mis hermanos y a mí de pequeños, el Tetris. No sabéis como me las ingenié para que no quedara ni un huequecito en el coche.